magdalena
Cada vez que camino por la calle y huelo el perfume que usaba mi profesora de literatura de primer año, me acuerdo de todos los libros que leí en esa época. Ella sacaba de su cartera una novela distinta cada semana y yo me llevaba el libro a la nariz casi sin pensarlo dando comienzo a mi obsesión por los perfumes ajenas y el aroma editorial.
Nunca supe el nombre del perfume ni me atrevo a arriesgar. Siempre espero ansioso cruzarme a alguna conocida que lo use para preguntárselo, ir a comprarlo y lanzarlo por el aire mientras mato el tiempo en el sillón de lectura amarillo de la cocina.
Nunca supe el nombre del perfume ni me atrevo a arriesgar. Siempre espero ansioso cruzarme a alguna conocida que lo use para preguntárselo, ir a comprarlo y lanzarlo por el aire mientras mato el tiempo en el sillón de lectura amarillo de la cocina.
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