inútil

Empiezo el día a las cinco de la mañana. Así de lunes a viernes, todo va rápido, el tiempo se pasa volando, cuando quiero acordar ya es de madrugada de nuevo, y así una y otra vez.
Aprendí a disfrutar de no hacer nada y de no sentirme culpable por pasarme un domingo entero en pijama. Hoy además descubrí lo lindo que es pasarse mucho tiempo en la bañera. Los días de semana me meto a las 5.30 y si quiero llegar temprano al trabajo 5.38 más tardar tengo que estar afuera. Hoy me quedé un rato largo, usé todos los jabones que encontré y todas las cremas de enjuague desenredantes a pesar de tener el pelo cortísimo. Me lave la cabeza como tres veces, dejé que el agua me cayera en la cara y en la nuca un rato largo, que me masajeara el cuero cabelludo sin que me diera cuenta. Me sequé con el máximo de fricción que pude, sacudí la cabeza para olerme el pelo, miré como brillaba. Me puse de nuevo el pijama y estaba listo para cualquier otra cosa inutilmente hermosa: merendar, dormir una siesta, acariciar a mi gato... no supe, pero estaba contento.