Revelación de un mundo
Lo siento pero no he podido evitar la necrológica. Me acuerdo casi del día y de la hora, de mis 14 años, del frío de julio, de la lluvia y de mis anginas que me obligaron a quedarme una semana en cama. Revisé la biblioteca de casa y vi un lomo de tapa dura medio turqueza y beige que alguna vez seguro había sido blanco. El título era El cazador oculto, Fabril Editora, 1961. Creo que esperaba una novela de espías o algo así pero las primeras líneas me hicieron darme cuenta de que no se trataba de eso. Le quité horas al sueño para terminarlo, me resultó adictivo y adrenalínico como un ascensor que cae en picada, hasta me había hecho olvidar la tos y el dolor de garganta. Le conté emocionado a mi profesora de literatura como si hubiera descubierto algo desconocido pero no, era de conocimiento público.
M. era mi compañera favorita de escuela, la única con la que podía hablar de libros, un día le llegó el día inevitable de la partida hacia la ciudad y con un poco de dolor me desprendí del librito y se lo presté para que lo leyera en el viaje diciéndole que le iba a volar la cabeza en mil pedazos. Nos vimos un par de años después, ella ya no hablaba tanto de lo que leía y con curiosidad recobrada le pregunté qué le habían parecido las aventuras de Holden. "¿Qué cosa?" me dijo. Decidí olvidarme y con tonos grises rondándome el cerebro puse todo mi afecto en la edición rojita de Penguin pero hay días en los que extraño mucho la otra.