se fue a la guerra
Hoy estaba triste así que me fui por Belgrano con F. que no sé por qué lo llamé pero me hizo reir cuando empezó a enumerar a todas las personas que le parecían lindas. Resulta que tiene un gusto muy ecléctico, y estuvo más de cuarenta minutos nombrando personas que conozco y ni siquiera a mí me parecen lindas que soy muy amable en conceptos de belleza. Después estuvimos jugando a las entrevistas que era nuestro juego favorito en cuarto grado. F. era la vedette y yo el periodista que urgaba en su vida sentimental.
Lleguamos sin querer al barrio Chino y me interné en el supermercado de cositas raras que no se venden en por ejemplo, coto, norte, o alguno de esos. Compré un sushi que acabo de comer y estaba riquísimo frente a todos los pronósticos que indicaban lo contrario. También compré un dulce que no sé qué es, que comía cuando más chico con JD. Viene adentro de una masa media cruda, bah, que en realidad es al vapor. F. se comrpó una pulsera que atrae el dinero y la buena suerte, pero en cuanto se la puso casi lo atropecha el 65 así que decidimos tirarla.
Cuando F se fue a su trabajo de niño Mac Do (es maravilloso el manual del niño MC Do: lávese las manos con desinfectante durante veinte segundos cada 30 minutos) me compré un par de zapatillas celestes que me quedan grandes y nunca voy a usar. Con la bolsa en la mano pasé por un gimnasio y atropellé a Tripa de Mambrú, me caí y me levantó la caja de zapatillas. Tenía un olor horrible que me hizo olvidar que estaba triste.
Lleguamos sin querer al barrio Chino y me interné en el supermercado de cositas raras que no se venden en por ejemplo, coto, norte, o alguno de esos. Compré un sushi que acabo de comer y estaba riquísimo frente a todos los pronósticos que indicaban lo contrario. También compré un dulce que no sé qué es, que comía cuando más chico con JD. Viene adentro de una masa media cruda, bah, que en realidad es al vapor. F. se comrpó una pulsera que atrae el dinero y la buena suerte, pero en cuanto se la puso casi lo atropecha el 65 así que decidimos tirarla.
Cuando F se fue a su trabajo de niño Mac Do (es maravilloso el manual del niño MC Do: lávese las manos con desinfectante durante veinte segundos cada 30 minutos) me compré un par de zapatillas celestes que me quedan grandes y nunca voy a usar. Con la bolsa en la mano pasé por un gimnasio y atropellé a Tripa de Mambrú, me caí y me levantó la caja de zapatillas. Tenía un olor horrible que me hizo olvidar que estaba triste.
5 Comments:
mambru se fue a la guerrra, chiribinchinchinchinchiiin!!!
todo pasa pol, lo bueno y lo malo (K) te quiero muuucho y ahora quiero ir a comer ese sushi con vossss!
Yo calzo 40, así que si me copan tus zapatillas me las podés vender...
porque la verdad que en este momento ando necesitando zapatillas!
je... qué celebridades te cruzás, mi niño Polito. No se te notaba mal anoche! O habrá pequeñas swettieñoñeces que te cambian la existencia?
besotes!
son muy lindas tus aventuras! lamento que estuvieras triste, pero tus aventuras siguen siendo lindas más allá de eso.
qué miedo mambrú!
besito :)
No, agustini, el problema es que me quedan grandes!. Yo a veces también calzo 40, otras 41. Y con la foto Nicolesca como para ponerse triste! ja
En determinado momento el relato pierde consistencia. Yo apunto a que el sushi te produjo alucinaciones,
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